Los que vivimos en una ciudad con gran afluencia turística, conocemos la importancia de saber uno o varios idiomas además del nativo. Sobre todo, en negocios como hoteles, bares y restaurantes es especialmente útil. Sin embargo, hay negocios que tienen su carta a demasiados idiomas (¿Cinco idiomas? ¿Diez?), y esto lo asociamos a un concepto negativo, de lugar masificado e incluso, poco pensado para el comensal local.
Pero imagina que eres un turista que viaja a una ciudad extranjera y tienes hambre… ¡Ah, amigo! En ese momento matarías por una carta en un idioma en el que pudieras comprender el 100% de su contenido.
Veamos la importancia y los motivos por los que se debe traducir una carta a los idiomas necesarios y más apropiados…
Por qué traducir la carta de un restaurante
Si nos ponemos en la piel del comensal turista, lo que está claro es que quiere probar platos nuevos, pero lógicamente, quiere saber de qué están hechos. Y como sus competencias lingüísticas en una lengua que no es la suya no serán óptimas, por eso es básico disponer de una carta en dos o más idiomas extranjeros.
Y es que ¿acaso no te alegras cuando, fuera de tu país, ves que se han tomado la molestia de traducir la carta a tu idioma? Eso te hace sentir un poco más como en casa, ¿verdad? ¿Y acaso no es esa la finalidad última de un restaurante?
Pero no es solo eso. El hecho de tener una carta traducida a varios idiomas repercute también en el personal que trabaja en él: si el comensal comprende lo que lee, no mareará al camarero con preguntas y más preguntas sobre los platos y el modo en que están elaborados (¿cuántas veces has visto a camareros pasarlas canutas intentando explicar, en un inglés precario, las características de un plato?) y además, también repercutirá en la fluidez del trabajo y en la economía, ya que cuanto antes se atienda a los comensales de una mesa, antes quedará libre para que vuelva a ser ocupada, mejorando así la economía del restaurante en cuestión.
¿Sólo traducir o traducir correctamente?
Traducir una carta a uno o varios idiomas denota que aquel local se preocupa por sus comensales venidos de fuera. No hay que volverse locos traduciendo a todos los idiomas que se nos ocurran, sino a los más apropiados, que suelen ser inglés, francés, alemán y en algunos casos, italiano.
Muchos restauradores pensarán que una traducción automática (con el Traductor de Google o similar) es suficiente para ofrecer este servicio. En realidad, si introducimos en un traductor automático gratuito palabras concretas, sin elementos con carga sintáctica, probablemente nos proporcionará las palabras correctas (aunque no ponemos la mano en el fuego). ¿Pero qué pasa cuando se trata de platos que necesitan información suplementaria para ser comprendidos por alguien que no es originario de la zona?
Por ejemplo, ¿cómo explicarías a un alemán qué son los callos, la carrillada, un arroz a la marinera, una tosta, un serranito, o una parrillada? Aquí empieza el papel del traductor: siempre nativo de la lengua a la que traduce y buen conocedor de la lengua y la cultura de origen. De este modo, la traducción de la carta no se limitará a transcribir los platos en otro idioma, literalmente, sino que aportará aquel valor añadido que podrá ser una breve descripción que facilite la comprensión. Esta es la diferencia entre querer ofrecer un servicio y ofrecerlo de verdad.
El coste del error
Además de una carta mal traducida, no hay que olvidar tampoco la versión original en la que fue escrita. Una carta con errores ortográficos tiene consecuencias directas en la imagen del restaurante y en la atención por las pequeñas cosas. ¿Lo importante no era que la calidad de los platos y el servicio fueran los deseados? Ningún restaurante se puede permitir que detalles como estos derriben aquello que mejor saben hacer: elaborar platos y servirlos.
El coste económico de una revisión o de la traducción de una carta es muy inferior a lo que se suele pensar (en D·SIGN, sin ir más lejos, ofrecemos traducciones baratas y de calidad a varios idiomas) y es fácil para un restaurante recuperar esa inversión. Mucho más alto es el precio que se puede llegar a pagar si una carta está tan llena de errores que quitan el hambre y espantan a la clientela.
Al fin y al cabo, ¿qué restaurante quiere que su carta sea objeto de burla para los extranjeros por culpa de una traducción desastrosa, pudiendo ser una poderosa herramienta para atraer a una clientela mayor?
Nosotros somos una empresa de diseño y publicidad en Chipiona, lugar de gran afluencia turística, y contamos con la experiencia necesaria para poder ofrecer cartas en varios idiomas a los restaurantes y bares que las necesitan, como nuestros últimos casos de éxito: el Bar-Restaurante Alfonso o el Burger & Wok Sal y Pimienta. ¿Te animas a ser el siguiente?
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